Los baobabs son un conjunto de especies que pueden llegar a los 25 metros de altura y más de 10 metros de diámetro y que llegan a vivir cientos de años (Gebauer, 2002). Sus troncos pueden almacenar agua, aumentando o disminuyendo su diámetro dependiendo de las precipitaciones (Baum, 1995). Esta agua la emplean fundamentalmente para la formación de las hojas (Chapotin et al., 2006). Agrupadas todas ellas en el género Adansonia, se incluyen en la familia Malvaceae, aunque anteriormente se las englobó en la familia Bombacaceae (Stevens, 2001).
Durante mucho tiempo se ha creído que existen 8 especies de baobab (género Adansonia, Fig. 1.), todas ellas distribuídas en latitudes tropicales. A. digitata se distribuye por las zonas más secas de África, A. gibbosa está restringida al noroeste de Australia, y el resto son todas especies endémicas de Madagascar (Baum et al., 1998; Pettigrew, 2012). La distribución disyunta del género, sobre todo Adansonia gibbosa ubicada tan lejos del resto, es inusual. Durante un tiempo se creía que el género tuvo su origen en Gondwana, sin embargo los análisis gnéticos han mostrado que el género surgio hace unos 10 millones de años, mucho después de que el supercontinente se fragmentara (Pettigrew, 2012).
Figura 1 (Tomada de Pettigrew, 2012). Filogenia del género Adansonia incluyendo la distribución de cada especie y el grupo por el que es polinizado, así como la coloración de sus flores y el tamaño de éstas. Se indica el linaje tetraploide con una línea más gruesa |
El baobab africano, Adansonia digitata, tiene multitud de usos.
Se ha utilizado para alimentación, como fuente de agua, para elaborar
ropa y materiales artísticos, (Gebauer, 2002; Pettigrew, 2012; Hyacinthe et al., 2014) e incluso se ha observado que la ingesta de sus frutos reduce la respuesta glucémica (Coe et al., 2013). Un curioso detalle es que esta especie es tetraploide (con cuatro juegos de cromosomas) , al contrario del resto que son diploides (con dos juegos de cromosomas, Pettigrew, 2012). Sin embargo Pettigrew et al. (2012) descubrieron la existencia de una segunda especie de baobab en África (Adansonia kilima) fuertemente emparentada con la otra especie africana. Actualmente se considera que al ser diploide dicha especie podría consituir el origen del linaje diploide de Adansonia.
La especie australiana (Adansonia gregorii) presenta un tamaño de población pequeño y se distribuye únicamente por la región de Kimberley (Fig.2). Estudios genéticos sobre sus poblaciones (Bell et al., 2014) demostraron que no había grandes diferencias entre ellas, por lo que se estaba produciendo un flujo genético. En el mismo estudio también se observó que todos sus organismos están muy emparentados, lo que sugiere que se diera un cuello de botella genético (disminución de la diversidad genética de la especie) durante las últimas glaciaciones.
En cambio en el caso de Adansonia digitata sí que se observaron diferencias entre poblaciones, con una mayor tendencia a la formación de hojas en Malawi (población oriental) y una mayor tendencia al desarrollo de raíces en Mali (población oriental) que muestra una mayor adaptación a la sequía en la distribución occidental de la especie (Smedt et al., 2011). También se observan diferencias entre poblaciones poblaciones orientales y occidentales en relación a la composición nutricional de sus hojas (Hyacinthe et al., 2014).
Figura 2 (Tomada de Bell et al., 2014). Se muestra la distribución de A. gregorii basándose en distintas fuentes. |
Del conjunto de especies existentes seis de ellas se encuentran amenazadas en mayor o menor medida (www.iucnredlist.org). Los estudios sobre la efectividad de las áreas protegidas para la conservació de las especies presentes en Madagascar (Vieilledent et al., 2013) han mostrado que Adansonia perrieri y A. suarezensis se verán muy afectadas por el cambio climático, en parte porque la red de espacios protegidos actual no cubrirá su futura distribución predicha. En el caso del baobab australiano (A. gregorii) recientemente se ha observado que varios individuos enferman debido a la presencia de endófitos del género de hongos Lasiodiplodia (Sakalidis et al., 2011), lo que tendrá implicaciones para la conservación de la especie.
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